Por: Antonio Arratia Tirado
Ciudad Victoria, Tamaulipas.- No hay duda que en este país no hay en la clase política un personaje que concite más el odio y la mezquindad que el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Él lo sabe y, como animal político que es, prácticamente solo está a punto de prolongar su mandato en el 2024 con cualquiera que él quiera que sea el candidato (a) a la Presidencia.
Con una oposición pequeña y primitiva enfrente, hasta pareciera que López Obrador se ensañara con sus opositores, a los que midió de tal manera que ni siquiera requiere del apoyo de Morena -que a veces hasta le estorba-.
Gran conocedor de la miseria humana y de los grupos de poder -políticos y económicos-, basta una provocación suya en una de las ‘mañaneras’ para construir y/o demoler agendas.
Ha veces da la impresión de que usa y abusa de los actores políticos de la oposición para divertirse o para divertir al pueblo mexicano. Solo hay que ver que, a la menor provocación, los mismos de siempre -catapultados también por los mismos consorcios de comunicación de siempre-, como por ensalmo y a botepronto se unen en una especie de nado sincronizado para tratar de demoler el mensaje presidencial.
Todos los días lo hacen y todos los días se hunden, sin percatarse siquiera que no hace falta mucha capacidad analítica para entender que desde hace cuatro años su pequeña psique ha sido secuestrada por las mañas presidenciales y han dejado de ser objeto del deseo para convertirse en devaluados objetos de decoración.
Nadie los quiere y nadie los necesita. Y no lo entienden. Por más que se les haga sentir.
Su ego desbordado, producto de la bonanza financiera que les allegó la corrupción que por años los ha amamantado, pasaron por alto que, mientras por medio de las ‘mañaneras’, López Obrador construye ciudadanía -su verdadera fuente de poder y apoyo- ellos se entretienen y consumen en los ‘infiernitos’ creados por el Presidente.
Ni El PAN- PRI-PRD, ni su vividor patrón Claudio X. González han conseguido construir ‘algo’ o ‘alguien’ que le haga sombra siquiera al pez enjabonado que es ‘El Peje’, constituido realmente en un ‘catán de recodo’, que no es lo mismo pero es igual.
Promotora de interminables y desmesuradas campañas de odio, clasismo, racismo y vileza, la oposición y sus agentes financieros del exterior, particularmente la embajada estadounidense, no le han tumbado ni una pluma al ‘Peje’ que, tan campante, se dio el lujo exhibirlos de cuerpo entero lanzando un certero dardo a las regias y apachurradas nalgas de la monarquía española, que ‘malita’ de la cabeza reaccionó como López Obrador sabía que lo haría.
Ni tardo ni perezoso, el mantenido ‘niño de Borbón’, alias Felipe VI, su amadísima majestad y para sus cada vez menos amigo Rey de España subió de inmediato a sus redes un video para atacar, por supuesto, a los países de América Latina donde la ultraderecha se las está viendo negras justamente con López Obrador en México, Lula en Brasil, Gabriel Boric en Chile y Pedro Castillo en Perú, éste que apenas unos días después del tuit discursivo del ‘niño de Borbón’ fue objeto de un golpe de estado, lo que la oposición anhela que ocurra en México, desesperada porque su conocido ‘golpe blando’ no ha dado resultados.
Fue divertido ver cómo renombrados panistas, priistas, perredistas periodistas de ‘alcurnia’ y los representantes de poder económico en México cayeron de hinojos ante el discurso de su majestad ‘el niño de Borbón’ (la de ellos, claramente).
Libertario, democrático y preocupado por el encono y división a sus ojos prevalecientes en México y otros países de América Latina, y seguramente orgulloso de la mancha que significa la imposición histórica que su familia y él deben agradecer al sangriento mandato del tirano español Francisco Franco, ‘el niño de Borbón’ inflamó los ánimos de los nostálgicos del colonialismo mexica, que con el trasero en alto dirigido hacia ‘la madre España’ pedían a gritos a su majestad que reviviera a Hernán Cortés y sacara de algún museo las tres carabelas de Colón para que vinieran a rescatarlos del tirano mexicano que habita en Palacio Nacional.
Neta que en este caso particular sí se le pasó la mano al Presidente.
Era grotesco y ridículo ver a la oposición en pleno, arrodillada ante un sujeto que en realidad no representa nada porque ningún español votó por él, salvo Franco, que impuso esa monarquía.
Las rodillas sangrando, los nostálgicos de colonialismo solo atinaban a enderezarse para insultar a López Obrador porque no habla inglés, habla lento, se viste feo y no se lustra lo zapatos.
-¡Dictador!, insultaban López Obrador, mientras reverenciaban a su amantísima majestad ‘el niño de Borbón’. Alguien se carcajeaba, regocijado, en Palacio Nacional…
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