Por años, México ha sido un lugar atractivo para invertir por su mano de obra barata. Esa política atrajo muchas empresas extranjeras, pero también creó un gran problema: los salarios se mantienen muy por debajo de los de otros países.
Hoy, aunque el nombre se disfraza —nearshoring, que no es más que empresas mudándose a México para estar más cerca de Estados Unidos—, el panorama no ha cambiado tanto como se esperaba.
El impacto del nearshoring en el empleo
El Banco de México estudió este fenómeno entre 2020 y 2023 para determinar si realmente ha beneficiado al trabajador mexicano. Su investigación, titulada «Efectos iniciales de la relocalización productiva en el mercado laboral manufacturero en México», halló que sí, hay más empleo en la manufactura, sobre todo en las industrias con mayor potencial, en las que el empleo creció hasta un 6.2% más que en el resto.
El estancamiento salarial
Pero aquí está la parte preocupante: los salarios no subieron. En promedio, los ingresos solo aumentaron 0.69%, e incluso en algunos casos disminuyeron. O sea, más trabajo, pero no más plata.
El Banco de México advierte que eso podría recrear el viejo modelo maquilador, con muchos empleos, pero mal pagados y sin perspectiva de crecimiento.
Además, aunque la productividad creció ligeramente —4.6% estimado—, eso no se tradujo en dinero para los trabajadores. Las ganancias, al parecer, se las apropian los capitalistas.
«Nuestros hallazgos indican que el nearshoring puede haber beneficiado en un primer momento al empleo manufacturero en México… Pero no se llega a observar un efecto importante sobre los ingresos de las industrias más susceptibles al nearshoring,» indica el Banco de México en su informe.
¿Una oportunidad perdida?
En resumen: el nearshoring está generando empleos, pero no mejores vidas. El desafío para México es que esta relocalización no se quede en captar fábricas, sino que se transforme en una estrategia de desarrollo, con mejores salarios, innovación tecnológica y buenos empleos.
Si no se aprovecha la inercia, el nearshoring podría convertirse en otra oportunidad perdida para elevar la calidad del trabajo en el país.
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