Hoy, Polonia conmemora el octogésimo aniversario de los «luchadores malditos», un grupo de excombatientes y civiles que resistieron en la clandestinidad desde 1945 hasta 1963 contra el régimen prosoviético impuesto después de la Segunda Guerra Mundial.
El presidente de Polonia, Andrzej Duda, se unió a varios actos conmemorativos en honor a los combatientes de la resistencia, mientras que el ministro de Defensa, W?adys?aw Kosiniak-Kamysz, encabezó una ceremonia floral en un cementerio militar en Varsovia.
Kosniak-Kamyzsz recordó cómo muchos de los entre 6,000 y 20,000 «luchadores malditos» fueron ejecutados, utilizando el término «a la Katyn», haciendo referencia a la masacre de más de 20,000 polacos a manos de la NKVD, la policía política soviética, en 1940 en Katyn.
Duda visitó una de las prisiones donde civiles y guerrilleros fueron torturados y ejecutados después de la Segunda Guerra Mundial, cuando pasaron de luchar contra la ocupación nazi a resistir la represión del régimen comunista.
En Cracovia, las autoridades comunistas utilizaron las mismas instalaciones que la Gestapo como centro de detención contra los «luchadores malditos». Aunque ahora es un museo, es también el lugar donde murieron muchos familiares de los cracovianos, por lo que nunca faltan flores frescas en la puerta y la fachada del edificio.
Algunas de las operaciones más audaces de los «luchadores malditos» se llevaron a cabo en Cracovia, como una en 1947 en la que tres guerrilleros se hicieron pasar por diplomáticos británicos para intentar liberar a presos en un automóvil camuflado.
Dentro de las celdas, conservadas sin cambios, se pueden ver las pintadas y las inscripciones raspadas en las paredes dejadas por las víctimas del totalitarismo. Los mensajes con últimas voluntades se entremezclan con consignas patrióticas, oraciones o simplemente nombres y fechas.
Witold Pilecki fue una figura simbólica de la resistencia polaca contra el totalitarismo. Se dejó capturar por los nazis para ser enviado al campo de concentración de Auschwitz, donde organizó sabotajes y recopiló pruebas del Holocausto para convencer a los aliados de intervenir.
Después de 945 días en el campo, Pilecki escapó y se unió a los partisanos que luchaban contra los alemanes en Varsovia y luego contra el régimen prosoviético en los bosques. En 1948 fue condenado a muerte y ejecutado, convirtiéndose en un símbolo para los «luchadores malditos».
En 1989, se llevaron a cabo actos de rehabilitación pública de personalidades olvidadas durante la era comunista. Más recientemente, una ley de «desrusificación» ha retirado o desmantelado todos los monumentos de la era soviética en las calles polacas, lo que ha provocado protestas desde el Kremlin.
A poca distancia de la cárcel-museo de Cracovia se encuentra el consulado ruso, que desde el inicio de la guerra en Ucrania ha sido objeto de pintadas y pancartas contra Rusia y Vladimir Putin. En ocasiones como hoy, se refuerza la protección para evitar el vandalismo.
El Día Nacional de los Luchadores Malditos es un día festivo en Polonia desde el 1 de marzo de 2011, fecha elegida para recordar la ejecución en Varsovia de siete guerrilleros el 1 de marzo de 1951, cuyos restos, al igual que los de Pilecki y otros miles de polacos víctimas del totalitarismo, fueron ocultados.
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