Estados Unidos.- Después de una devastadora semana en Maine, en la que 18 personas fueron asesinadas en el peor tiroteo masivo en la historia del estado, las campanas de la iglesia resonaron y los residentes se congregaron en misas para buscar consuelo y solidaridad.
En la Basílica de San Pedro y San Pablo en Lewiston, el reverendo Daniel Greenleaf inició con un minuto de silencio, recordando a las víctimas y reflejando el dolor de la comunidad. Posteriormente, habló de la importancia de reunirse y orar, especialmente después del período de confinamiento cuando las autoridades buscaban al presunto agresor, Robert Card, de 40 años.
Las autoridades encontraron el cuerpo de Card el viernes en un centro de reciclaje en Lisbon Falls. Se cree que murió por una herida de bala autoinfligida. Además del luctuoso saldo, 13 personas resultaron heridas durante el tiroteo en Lewiston.
En el acto religioso, algunas mujeres portaban velos negros, y se informó que se estaban recaudando fondos para apoyar a las víctimas y a todos los afectados por este trágico evento en la localidad.
Durante su sermón, Greenleaf transmitió un mensaje de esperanza y fortaleza. Enfatizó en la necesidad de la fe en momentos difíciles y señaló que, aunque no se puede «solucionar» esta tragedia, las personas deben recordar que no son máquinas que se pueden arreglar, sino seres humanos que deben apoyarse mutuamente en tiempos de adversidad.
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