La decisión del expresidente Donald Trump de retirar a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) genera incertidumbre sobre la capacidad del organismo para responder a emergencias y combatir enfermedades sin el apoyo de su principal donante.
El papel de estados unidos como mayor financiador
Con 15,800 millones de dólares destinados a la salud global en 2022, Estados Unidos es el mayor contribuyente en este ámbito, según Donor Tracker. Su aporte representa alrededor del 18 % del financiamiento de la OMS, cuyo presupuesto bienal 2024-2025 es de 6,800 millones de dólares. Además, Estados Unidos ha financiado el 75 % del programa de VIH y más de la mitad de los fondos contra la tuberculosis.
Consecuencias para la salud global
La orden de Trump incluye el retiro del personal y contratistas estadounidenses que trabajan con la OMS, lo que podría afectar colaboraciones clave, como las realizadas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Este organismo ha desempeñado un papel esencial en la vigilancia global de enfermedades, incluyendo la gripe estacional.
Programas como el Plan de Emergencia del Presidente de Estados Unidos para el Alivio del Sida (PEPFAR) también enfrentan un futuro incierto, ya que su autorización expira en marzo de 2024.
Tratados y políticas en riesgo
Trump también mostró escepticismo hacia el tratado pandémico liderado por la OMS para mejorar la respuesta global a futuras amenazas sanitarias. Además, durante su mandato anterior, reinstauró la «Política de la Ciudad de México», restringiendo los fondos a organizaciones relacionadas con el aborto.
El impacto en vacunas y emergencias
Aunque programas como el grupo mundial de vacunas Gavi mantuvieron niveles de financiamiento similares en administraciones previas, el enfoque hacia la salud pública y las vacunas bajo la administración Trump sigue siendo incierto. Sin embargo, durante la pandemia, lanzó iniciativas como la Operación Warp Speed para acelerar el desarrollo de vacunas contra el Covid-19.
La salida de Estados Unidos de la OMS plantea preguntas críticas sobre el futuro del liderazgo global en salud y el impacto en millones de personas que dependen de estos recursos.
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