La atmósfera política de México cambió de manera repentina el día de ayer, cuando la presidenta Claudia Sheinbaum —rodeada por su equipo diplomático— abordó sin rodeos la inminente puesta en marcha del segundo mandato de Donald Trump al frente de los Estados Unidos.
Su llamado no busca generar conflictos innecesarios, aunque se sustenta en un principio firme: defender la dignidad del pueblo mexicano en todo momento. Los salones del Palacio Nacional respiraron tensión.
La mandataria, que sustituyó a Andrés Manuel López Obrador en la presidencia, convocó a los cónsules que representan a México en territorio estadounidense. Su mensaje —directo y sin ambigüedades— dejó clara la estrategia que seguirá durante los próximos años de la administración Trump.
Un encuentro a puerta cerrada
En un encuentro privado de dos horas, la presidenta de México mantuvo una conversación con los integrantes del servicio exterior. Se examinó la situación presente de la relación bilateral, y se propuso estrategias que faciliten la consecución de convenios en beneficio de ambos países.
Se abordaron asuntos que abarcan desde la migración hasta el comercio, incluyendo la seguridad fronteriza y la colaboración cultural. Al concluir esa reunión, Omar Fayad, el embajador de México en Noruega, salió para proporcionar algunas pinceladas de lo discutido.
Su tono manifestó la posición de la presidenta: existe la voluntad de colaborar con la Casa Blanca, aunque se intenta hacerlo en un contexto de respeto y reciprocidad. —La presidenta tiene muy claro que no hay intención de polarizar la relación con Estados Unidos— comentó Fayad ante la prensa congregada en los pasillos del recinto.
Ese fue uno de los puntos más relevantes: Sheinbaum no planea alzar la voz de manera agresiva, pero afirma que se defenderá la postura mexicana con vehemencia siempre que sea preciso.
El llamado a no caer en discusiones estériles
En palabras del embajador Fayad, Sheinbaum no pretende enfrascarse en disputas que no aporten soluciones concretas. La mandataria aconsejó a su cuerpo diplomático mantener canales abiertos de negociación con sus contrapartes estadounidenses. La experiencia sugiere que dialogar es fundamental para suavizar tensiones y encontrar puntos de acuerdo.
Se percibe un ambiente complicado en Washington, con un Donald Trump que recupera el control y muestra un discurso repleto de promesas de campaña. Se observan señales de que las políticas migratorias intensificarán sus acciones, y las posiciones en relación a acuerdos comerciales podrían ser reconfiguradas.
El gobierno de México, liderado por Sheinbaum, sostiene que el secreto radica en no claudicar en aspectos cruciales que impactan la dignidad nacional, especialmente en asuntos relacionados con la soberanía y la relación con los compatriotas.
Entre la cooperación y la cautela
El gobierno de México desea llegar a consensos que faciliten el intercambio económico. Las exportaciones mexicanas dependen en buena medida de las condiciones impuestas desde Estados Unidos. Mantener la estabilidad y la prosperidad de esa relación comercial es un objetivo prioritario —aunque no a costa de aceptar imposiciones que afecten la integridad de las familias migrantes—.
La presidenta Sheinbaum impulsó el mensaje de que habrá un esfuerzo continuo por colaborar con Estados Unidos en todos los frentes necesarios: seguridad, migración, turismo y otras áreas estratégicas que influyen en el desarrollo de ambas economías.
A pesar de ello, se insistió en que los consulados deben estar listos para responder ante cualquier decisión de la administración Trump que pueda impactar la vida de los mexicanos residiendo allá.
Legado de la administración anterior
El gobierno previo de México, encabezado por López Obrador, estableció ciertos cimientos para una coexistencia menos tensa con Trump durante su primera etapa. Existieron momentos de tensión, como amenazas de imponer tarifas aduaneras al país y desafíos con las caravanas de migrantes que se movieron por el país.
Sin embargo, se consiguieron acuerdos de última hora que evitaron un desacuerdo inmediato. Sheinbaum tomó nota de esos sucesos, y algunos. —Ella lo planteó con toda claridad: no se desea enfrentamiento con Donald Trump— subrayó Fayad, dejando ver la disposición a dialogar.
No obstante, también remarcó que la mandataria contempla líneas rojas relacionadas con temas como la separación de familias migrantes en la frontera y la posible militarización de la seguridad fronteriza.
Contexto de tensión migratoria
La apertura del segundo mandato de Donald Trump se presenta con promesas de fortalecer la barrera fronteriza. Históricamente, ese proyecto generó un conflicto entre ambos países y generó interminables discusiones en los medios sobre la soberanía y la política migratoria.
Las declaraciones del equipo de Sheinbaum apuntan a que la presidenta no está dispuesta a aceptar condiciones que desacrediten a los mexicanos ni que menoscaben los derechos humanos. Se busca, en cambio, reforzar el apoyo consular a cada connacional que enfrente dificultades legales o amenazas de deportación.
El asunto migratorio trasciende la creación de barreras físicas. Está vinculado con cómo ambas naciones se perciben entre sí. México busca convertirse en un aliado fiable, cooperante y acogedor. Al mismo tiempo, demanda respeto para su población, dado que el desarrollo económico en ambas fronteras está vinculado desde hace décadas.
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