El debate en torno al salario mínimo es un asunto que suele acaparar la atención pública cada inicio de año. En 2025, se ha planteado que el ingreso base mensual para los trabajadores en México alcance los 8,400 pesos. Este ajuste -calculado en un alza anual de 12%- se presenta como una continuidad de la dinámica de recuperación salarial.
Aunque la cifra parece notoria, conviene preguntarnos hasta qué punto una actualización de este calibre afecta de manera real la vida cotidiana de millones de personas. Durante la última década, la fijación de un salario mínimo más elevado ha buscado romper la inercia que dejó el rezago histórico en materia de ingresos. Continua y conoce más:
El motivo del aumento del salario minimo 2025
Entre el 2018 y la actualidad, la referencia salarial acumuló un incremento de 135%. El objetivo de esta política es -entre otras cosas- aumentar el poder adquisitivo de la población y garantizar que el trabajo sea un medio para acceder a las necesidades elementales sin caer en espirales de carencia.
La Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) funge como el organismo encargado de establecer la remuneración básica y de proponer ajustes anuales. En su más reciente determinación, se estableció el nuevo mínimo diario con la misión de cubrir un estándar razonable de calidad de vida.
Existen, además, dos regiones diferenciadas en el país: la Zona Libre de la Frontera Norte -ZLFN- y el resto del territorio. El Consejo de Representantes de la Conasami determinó que, en la ZLFN, el ingreso mensual básico supere los 12,760 pesos, un monto más alto que el que rige a nivel general.
¿Por qué se da este diferencial?
La frontera norte, al colindar con Estados Unidos, experimenta un costo de vida mayor y una dinámica económica distinta. Las mercancías, la vivienda y hasta los servicios suelen encarecerse en esa franja. Ese entorno se traduce en la necesidad de un salario mínimo más robusto, a fin de mantener una equidad mínima entre lo que se gana y lo que se requiere para cubrir gastos indispensables.
Las voces oficiales apuntan que la existencia de un piso mínimo de ingresos -con estas diferencias regionales- busca proteger a los trabajadores de los abusos salariales. No hay que olvidar el rol de la Organización Internacional del Trabajo -OIT-, que insiste en la relevancia de fijar un ingreso vital para amparar a quienes se encuentran en condiciones vulnerables.
Bajo este prisma, el incremento al salario mínimo es un mecanismo para que las personas perciban un pago justo.
El ingreso diario de 419.88 pesos de la ZLFN
Conviene recordar que, en la ZLFN, se estableció un ingreso diario de 419.88 pesos. Ese número, aunque superior a otras regiones, se sigue quedando corto cuando se trata de afrontar una economía fronteriza que tiende a ser cara.
Conasami incorporó un Monto Independiente de Recuperación -MIR- para compensar parte de ese desfase, junto a un porcentaje directo de incremento. El procedimiento se funda en la idea de que un trabajador no debería recibir menos que esa suma, con el propósito de salvaguardar su capacidad de consumo y su bienestar.
Otro rubro que no pasa desapercibido es el salario mínimo profesional. Hay 61 oficios y actividades que se listan en la tabla oficial -rango que va de 283.47 a 624.30 pesos diarios-. Aquellos dedicados a actividades especializadas, con frecuencia, carecen de margen para negociar aumentos significativos.
Ese sector, por ejemplo, incluye a carpinteros, electricistas, choferes de transporte público y otras labores que demandan un conocimiento específico.
Una observación necesaria
Pese a que el panorama parece alentador en cuanto a números del salario mínimo, persisten grietas profundas. La economía informal supone un cuello de botella: hay muchas personas que no están registradas bajo ningún contrato formal y, por ende, no reciben este salario regulado.
Esto implica que, al final, el impacto de la actualización salarial podría quedar limitado a empleados con prestaciones reconocidas y con la posibilidad de exigir pagos apegados a la ley. Los patrones informales, en cambio, se guían por sus propios criterios y no siempre se apegan a lo que establecen las autoridades.
Algunas voces cuestionan el énfasis en subir gradualmente el salario, cuando se podría apostar por un aumento más agresivo que recorte la distancia entre lo que se gana y lo que se requiere para vivir sin precariedad.
Este grupo de opinión considera que la fuerza laboral mexicana ha estado mucho tiempo rezagada y que, a menos de que se tomen medidas enérgicas, el poder adquisitivo no despegará de manera real. La confrontación de puntos de vista, sin duda, impulsa el análisis sobre hasta dónde deben llegar las disposiciones oficiales.
Los datos provistos por la OCDE
Un aspecto que resalta es el dato provisto por la OCDE. México se ubica como una de las economías con mayor crecimiento en materia de salario mínimo, muy por encima de la media en la comunidad internacional del organismo. Esa tendencia sugiere que existe un esfuerzo sostenido para contrarrestar una brecha salarial que se gestó durante décadas.
Aun así, no todo el país experimenta la misma realidad económica y las variaciones regionales son enormes.Los planes para 2025 apuntan a que, hacia el cierre del sexenio, el ingreso mínimo cubra el equivalente a 2.5 canastas básicas.
De lograrse, se concretaría una transformación radical respecto a años anteriores, cuando la remuneración era tan baja que bastaba con ver precios de la canasta alimentaria para constatar que la cobertura era mínima. El hecho de que los incrementos mantengan un ritmo de doble dígito parece responder a la urgencia de revertir un ciclo de precariedad laboral y pobreza salarial.
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