El murmullo retumba en los pasillos de la bolsa y los rostros de los corredores se iluminan con un brillo singular. — El nombre de Apple asoma, impetuoso, buscando un lugar que jamás se había visto en el firmamento financiero: los 4 billones de dólares de capitalización bursátil —. Una cifra que no es cualquier escalón, una marca inimaginable hasta hace unos años, cuando la digitalización apenas calentaba motores.
Un ascenso inesperado y vertiginoso (así, sin pausa)
Durante 2024, las acciones de Apple (AAPL) registraron un salto cercano al 40%. De inicio, pocos apostaban por un repunte tan vigoroso, luego de un ciclo económico que se mostraba inestable para muchas tecnológicas. Aun así, la compañía de Cupertino desafió las proyecciones tibias y el 27 de diciembre ya presionaba en torno a los 3,92 billones de dólares.
Le quedaba poco para agitar la campana de Wall Street con un récord descomunal. El aliento de los inversores se alimentó de varios factores. Primero, la demanda estable de los iPhone más recientes, que no decae incluso cuando el mercado de smartphones experimenta altibajos en otras marcas.
En segundo lugar, la promesa de Apple Intelligence, esa plataforma de inteligencia artificial que promete abrir la puerta a cientos de aplicaciones para el ecosistema más cerrado y codiciado de la industria móvil.
La voz de Daniel Ives y el factor IA
Daniel Ives, analista de Wedbush, elevó su perspectiva del valor de las acciones de Apple a 325 dólares. Lo argumentó con franqueza: la IA se ubica en una fase crítica y, a su juicio, la empresa prepara un salto ambicioso al integrar Apple Intelligence en cada rincón de su hardware y software. Todo esto apunta a un aumento en la capitalización bursátil.
Habla de un crecimiento activo, impulsado por la codicia del mercado ante todo lo que huela a inteligencia artificial, aunque el público general todavía no conozca a fondo el alcance de esa maniobra.
— Para Ives, Apple Intelligence implica un despertar de la plataforma, con desarrolladores que aprovecharán funciones de aprendizaje automático, reconocimiento avanzado y recursos que reescriban la interacción con el iPhone —.
Se proyecta que ese universo de apps genere ingresos palpables, ofreciendo a usuarios razones para renovar su dispositivo en menos de 18 meses, y llenando de billetes las arcas de la compañía.
Samik Chatterjee y la fuerza del negocio de servicios
Samik Chatterjee, analista de JPMorgan, coincide en que el crecimiento parece asegurado. Apunta con firmeza hacia el aumento constante del número de dispositivos activos, superando la marca de 2,000 millones en 2023. Cada aparato opera como un ancla para el ecosistema de la marca, donde el área de servicios incrementa su importancia día tras día.
La suscripción a Apple Music, iCloud, Apple TV+ y demás propuestas se suma como un ingreso que no depende de un solo lanzamiento anual. Chatterjee aplaude la forma en que el gigante tecnológico maneja su capital, equilibrando la inversión en desarrollo con el reparto de dividendos y la recompra de acciones.
Esa ecuación seduce a inversores que huyen de empresas sin utilidades claras. Apple, por el contrario, se muestra como un bastión confiable, con altas reservas de liquidez y un manejo eficaz de sus recursos. — Si la firma coquetea con la inteligencia artificial, la base masiva de usuarios le responde con fidelidad —.
Microsoft y Nvidia: los grandes rivales
La carrera de la capitalización bursátil no se vive en solitario. Microsoft y Nvidia también acechan con capitalizaciones de 3,26 y 3,43 billones de dólares, respectivamente. El furor de la IA ha impulsado a Nvidia, reina de las tarjetas gráficas, mientras que Microsoft se apoya en su extenso catálogo de software empresarial y en una sintonía con OpenAI que dispara el interés en sus servicios en la nube.
No obstante, Apple mantiene la delantera, fortalecida por su ecosistema cerrado y la devoción de fanáticos que adquieren cada producto que lanza la empresa. — El control integral sobre dispositivos y aplicaciones concede a la manzana mordida un poder que sus competidores envidian —.
Quien se adentra en ese mundo suele adoptar iPhone, MacBook, iPad y uno que otro accesorio, alimentando un ciclo en el que todo funciona bajo una experiencia unificada. Esa consistencia crea un universo que algunos describen como “irresistible,” aunque los más críticos señalen que se corre el riesgo de caer en prácticas monopólicas o en una dependencia absoluta.
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