Imagina que, tras un breve momento de respiro, vuelves a sentir esa incertidumbre que paraliza la toma de decisiones. Así luce el panorama para la economía mexicana en el último tramo de 2024.
El Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero (CESF) un ente conformado por Banxico, la Secretaría de Hacienda y representantes del sector bancario— publicó un informe que describe un freno tangible en la actividad productiva nacional.
La novedad no llega a modo de cataclismo, aunque sí representa un alto en el camino para quienes aún creían en un cierre de año con datos alegres. Continúa y conoce toda la información a detalle:
Un año de altibajos y esperanza rota
El primer semestre pareció ilusionar a más de uno. Se observaban brotes de consumo y un comercio externo con señales de vida, empujado por la persistente demanda de Estados Unidos. No obstante, en la segunda mitad del calendario, la marcha se tornó más densa. El CESF define la situación con una palabra tan cruda como reveladora: atonía.
O lo que es lo mismo, un estancamiento que se siente al medir la producción industrial, al revisar el paso de la inversión extranjera e incluso al asomarse al mercado laboral. Algunos dicen que la brisa de optimismo que gozamos en primavera provenía más del alivio post-pandemia que de fundamentos sólidos.
Ahora, con la escena global revuelta y la certeza de que la recesión en varios países desarrollados no se disipó, la economía mexicana topa con un freno complicado de ignorar.
La sombra de Trump y el mundo en guardia
El retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos pinta un escenario que no transmite serenidad. Sus discursos proteccionistas y la promesa de revisar acuerdos comerciales levantan un murmullo general: ¿qué pasará con las exportaciones automotrices, con las cadenas de suministro de las que depende la maquila en la frontera, o con las miles de Pymes que viven del intercambio transfronterizo?.
El CESF no descarta escenarios tensos, disparados por la imposición de aranceles inesperados o el resurgimiento de medidas que obstaculicen la integración económica que México alimentó por décadas.
Pero el factor Trump no es el único. La inestabilidad geopolítica se expresa en tensiones tan diversas como la competencia tecnológica entre China y Occidente o la volatilidad del mercado energético. Cualquier chispa puede escalar y crear momentos de pánico en los mercados emergentes.
En ese contexto, México se halla obligado a no bajar la guardia, puesto que depender del dinamismo externo lo coloca en una posición vulnerable cuando la tempestad arrecia.
Volatilidad, la palabra que retumba
La volatilidad se ha vuelto la invitada indeseada de las últimas semanas con respecto a la economía mexicana. El peso, un termómetro clásico de la confianza, ha experimentado variaciones en su cotización que reflejan la ambigüedad de los inversores ante el curso de la política monetaria de Estados Unidos.
Además, persisten “riesgos idiosincráticos” en el país, ligados a decisiones políticas, cambios en la regulación y ajustes de última hora que pueden alterar la ecuación en cualquier momento.
El CESF revela que los mercados de renta variable y renta fija registraron episodios de nerviosismo que, si no escalaron a mayores, se debió a la acción oportuna de Banxico y a cierta prudencia que el sector financiero adoptó tras lecciones aprendidas en crisis pasadas. Aun así, el informe no oculta la preocupación: basta un par de malas noticias para que el entorno se nuble por completo.
Un enfriamiento en el consumo y la inversión
La demanda interna, impulsora principal del PIB, lleva un compás de desaceleración. El alza de precios, que se resistió a ceder durante buena parte del año, provocó que las tasas de interés se mantuvieran arriba de lo deseado.
Con el crédito caro, las familias frenan las compras de bienes duraderos y los emprendimientos reducen su entusiasmo por expandirse. El CESF anota en su reporte que las estadísticas de consumo detallado -en especial en rubros como vivienda o autos- apuntan a un menor dinamismo con respecto al inicio de 2024.
La inversión tampoco escapó al vaivén. Proyectos que se anunciaban con tambor batiente quedaron en pausa a la espera de definiciones en el campo regulatorio. La posibilidad de que se produzca un viraje drástico en políticas gubernamentales o un cambio de humor en Washington genera inquietud. Invertir de forma intensa en un territorio con tantos frentes de riesgo puede lucir arriesgado, al menos hasta que las cosas se clarifiquen.
Economía mexicana: Inflación, tasas y presiones monetarias
En lo referente a la inflación, el país logró avances parciales. Sin embargo, las presiones externas, un entorno de costos energéticos inestables y la lenta resolución de cuellos de botella en cadenas globales siguen asomando como amenazas.
Banxico, por su parte, insiste en priorizar la estabilidad de precios, lo que se traduce en la disposición a mantener una postura monetaria restrictiva. El informe del CESF, de hecho, contempla la posibilidad de que esos tipos de interés altos persistan si la inflación no retrocede al ritmo esperado.
Ese escenario contamina la apuesta de recuperación, ya que buena parte de la actividad productiva se financia a través de créditos cuyo costo sube cuando las tasas permanecen elevadas. Además, el consumo se ve afectado y la economía termina en un equilibrio que, al no considerarse recesivo, sí se etiqueta como lento y encorsetado.
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