La Fórmula 1 se sacudió este jueves con el anuncio oficial de que Sergio -Checo- Pérez, el piloto mexicano de 34 años, no estará en la alineación de Red Bull para la próxima temporada. El comunicado de la escudería confirmó lo que varios rumores venían apuntando en los últimos meses: la despedida de un corredor que consiguió éxitos muy notables a lo largo de sus cuatro campañas con el equipo austriaco.
Un giro inesperado
La salida de Pérez ha desatado un torbellino de conversaciones en el paddock, tal vez por la sorpresa que conlleva su despedida tras haber ayudado al equipo a llevarse dos títulos de constructores. En 2023, llegó a alcanzar el subcampeonato, una hazaña que muchos calificaron como prueba de su consistencia.
Sin embargo, la última temporada cerró con un octavo lugar en la clasificación, resultado que pesó, al ver cómo comenzó aquella campaña con cuatro podios en cinco fechas.
Distintos analistas ven este anuncio como el corolario de un proceso de altibajos, en el que Checo se impuso como un elemento clave para superar obstáculos y situar a Red Bull en lo alto durante la era híbrida El desgaste, la intensa presión y las nuevas visiones dentro de la escudería parecen haber impulsado la decisión de separar caminos en 2025.
Ciclo de éxito y madurez profesional
El arribo del piloto de Guadalajara a Red Bull en 2021 generó expectativas enormes. El objetivo era reforzar el papel del equipo como el gran rival de Mercedes, contando con un escudero experimentado para acompañar a Max Verstappen.
Esa estrategia funcionó durante las primeras temporadas, hasta desembocar en un escenario donde los logros colectivos resaltaron: títulos de constructores consecutivos y coronas mundiales para Max. Checo disfrutó de la miel del éxito en muchas batallas y mostró un temple forjado en las filas de Sauber, McLaren, Force India y Racing Point.
Desde que debutó en Fórmula 1 en 2011, supo navegar ambientes complicados, equipos de presupuesto intermedio y maniobras de última hora que condicionaban su futuro. Eso lo fortaleció, hasta encontrar en Red Bull un hogar que le permitió demostrar su valía con mayor solidez.
Un adiós con sabor agridulce
La afición mexicana sigue con atención cada paso que da Pérez, porque su presencia en la F1 trascendió las fronteras del deporte. En cada carrera, las gradas suelen teñirse de verde, blanco y rojo, confirmando que el piloto tapatío genera un fenómeno inusual dentro del automovilismo.
Sin embargo, la fase final en Red Bull dejó cierto tinte agridulce, por la sensación de que, tras un arranque prometedor en la última temporada, el rendimiento no se mantuvo.El octavo lugar en el campeonato fue un golpe duro para Checo y también para quienes esperaban otro año colmado de podios.
Ese contraste entre la primera mitad de la temporada y la recta final abrió interrogantes sobre las razones detrás de la caída en el rendimiento: ¿estrategias inadecuadas? ¿Problemas de adaptación al monoplaza? ¿Presiones internas? El comunicado oficial no profundiza en estas cuestiones, pero deja claro que el acuerdo para terminar en 2025 se alcanzó de forma consensuada.
Declaraciones de Checo y reconocimiento a Verstappen
“Estoy sumamente agradecido por los cuatro años con Red Bull Racing” expresó el mexicano en un documento que resonó en todos los medios especializados. El agradecimiento se extendió al entorno de la escudería y a su compañero, Max Verstappen, con quien compartió momentos de triunfo en pistas icónicas.
Checo no ocultó su respeto hacia el neerlandés, a quien describió como un gran piloto que lo retó a superarse. Ese compañerismo también se vio reflejado en carreras donde Pérez protegió posiciones críticas, administró neumáticos con pericia o ejecutó bloqueos estratégicos que facilitaron la ruta de Max hacia la victoria.
Varias de esas maniobras pasaron a la historia de la Fórmula 1 reciente, sobre todo en las batallas cerradas con Mercedes. Al despedirse, el mexicano no dejó pasar la oportunidad de reconocer la fortaleza del equipo y de su coequipero, un hecho que subraya el buen ambiente que existió —aunque salpicado por cierta rivalidad deportiva.
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