El pasado jueves, el campamento migrante de Matamoros fue escenario de una redada de migrantes por parte del Instituto Nacional de Migración (INM), que se llevó a dos personas que se encontraban en la zona. Además, según los testimonios de los migrantes, el personal del INM no les dio ninguna explicación sobre el motivo de la detención ni el destino de los afectados.
Glady Cañas Aguilar, presidenta de la asociación Ayudándoles a Triunfar, capítulo Tamaulipas, dijo que los dos migrantes detenidos eran trabajadores que esperaban su cita con las autoridades migratorias de EE. UU. Asimismo, comentó que uno de ellos era de origen venezolano y el otro de Haití. Este último tenía una esposa embarazada que dará a luz en enero y que dependía de él económicamente.
Cañas Aguilar también afirmó que el día de la redada preguntó al INM sobre lo ocurrido, pero no le dieron ninguna información al respecto. De igual modo, añadió que en otra ocasión, el personal del INM le dijo que estaban retirando las carpas abandonadas para limpiar el área y que los migrantes se concentraran en la orilla del río Bravo, donde hay una malla ciclónica.
Pánico entre los migrantes
La redada causó pánico entre los migrantes, que salieron corriendo para evitar ser capturados por el INM. Incluso, Carlos, un migrante venezolano, contó que estuvo a punto de ser atropellado cuando vio que el INM se llevaba a sus compañeros.
Por otro lado, Dagger Patricia, otra migrante, lloró al no saber qué pasó con su pareja, que fue detenida por el INM. Ella expresó que los derechos humanos deben ser respetados y que exigían ser bien tratados, por lo que no saben por qué la migración se los llevó.
Cañas Aguilar pidió a las autoridades que permitan a los migrantes quedarse en el campamento, donde solo pernoctan unas 150 personas. También denunció que los migrantes aseguran que el personal del INM llega por las noches para derribar las carpas y las casas de campaña.
Una situación de vulnerabilidad
Los migrantes que se encuentran en el campamento de Matamoros viven en una situación de vulnerabilidad, ya que esperan su cita con las autoridades de Estados Unidos para solicitar asilo o refugio. Además, muchos de ellos huyen de la violencia, la pobreza y la persecución en sus países de origen.
Sin embargo, debido a la pandemia de COVID-19 y a las políticas migratorias de la anterior administración estadounidense, las citas se han retrasado o cancelado, dejando a los migrantes en un limbo legal y humanitario. Incluso, algunos de ellos llevan más de un año esperando una respuesta, mientras que otros han desistido de su sueño y han optado por regresar a sus países o buscar otras opciones.
La redada del INM ha generado más miedo e incertidumbre entre los migrantes, que temen ser deportados o separados de sus familias. Además, han denunciado la violación de sus derechos humanos y la falta de información y transparencia por parte de las autoridades. Por eso, piden que se les deje vivir en paz y que se les brinde una solución digna a su situación.
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