Activistas de la organización Una Mano Amiga en la Lucha Contra el Sida (UMA) y migrantes de la comunidad LGBTI han denunciado violencia, estigma, discriminación y acoso por parte de ciudadanos y autoridades en la frontera sur de México.
Rossemberg López Samayoa, presidente de UMA, informó a EFE que los migrantes llegan en situaciones de vulnerabilidad y a menudo ocultan que viven con VIH por miedo al rechazo y a la discriminación en el acceso a servicios. Ulises Bonilla, un migrante de El Salvador que trabaja en un bar en Tapachula, también expuso la homofobia y los peligros, como violaciones y secuestros, que enfrenta la comunidad LGBTI en la frontera.
A pesar de las dificultades, algunos han logrado obtener atención médica a través de organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, Bonilla también indicó que encontrar trabajo es complicado sin visa o residencia, y muchas veces son rechazados por las empresas.
El flujo migratorio en la frontera ha aumentado desde la expiración el 11 de mayo del Título 42 de Estados Unidos, una medida que devolvía de inmediato a los migrantes por la pandemia, reemplazada ahora por el Título 8 y mayores restricciones al asilo legal. Según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) en México, la mayoría de los migrantes atendidos por UMA tienen el objetivo de seguir transitando, pero se han quedado en la frontera debido a los requisitos migratorios para obtener un documento de tránsito.
El hondureño Gerson David relató que la discriminación en su país es violenta y que el cruce de la frontera entre Guatemala y México es particularmente peligroso, con robos, engaños y grupos armados. «A la hora de llegada nos quitan la ropa, los zapatos y el dinero con el que andamos», lamentó.
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