Casi nací en una cancha de básquetbol en mi natal Chihuahua, una entidad donde ese deporte tiene gran impulso desde la educación básica.
La casa paterna estaba en frente de la escuela primaria y antes que las aulas había dos canchas de básquetbol, una con tableros más bajos para los pequeños y otra con tableros normales.
A pesar de que era un municipio rural, Madera, ambas canchas muy bien hechas, como si fueran para profesionales.
Durante mi infancia las disfruté como estudiante y como vecino del plantel educativo, pues había permisos para asistir a practicar el deporte al concluir las clases o los fines de semana.
Para los torneos oficiales siempre se daba una retocada de pintura a la cancha para delimitar áreas y líneas, además de colocar las redes en los aros.
Después me tocó jugar en otras canchas de la región también bien construidas, así como en gimnasios.
Ya en otros niveles educativos como secundarias y prepas, pude jugar en canchas con duela y tableros de cristal.
Siempre disfruté el llamado deporte ráfaga, pues obliga a pensar rápido y a jugar en equipo, además de permitir que afloren fortalezas individuales.
Encestar de media y larga distancia en canastas bien hechas y calibradas, con redes en sus aros, siempre es una delicia. Se disfruta de manera especial.
El básquetbol como todos los deportes, ayuda a preservar la salud física y mental.
Cuando arribé a esta ciudad, busqué los espacios de práctica. Encontré un buen ambiente y me integré a la práctica del básquetbol universitario así como en la Unidad Deportiva «Adolfo Ruiz Cortínes».
Por años acudí a veces con amigos, compañeros universitarios, con los hermanos e incluso solo, pues siempre se encuentra con quien practicarlo.
Después de algunos años de ausencia en las canchas de básquetbol de Victoria, este año regresé con la idea de hacer ejercicio y retomar de manera más tranquila el deporte que más me agrada jugar y disfruto.
Regresé a las chanchas de concreto de la Unidad Deportiva «Adolfo Ruiz Cortínes», contiguas al estadio de Fútbol «Marte R Gómez» y del Gimnasio de Básquetbol «Manuel Raga».
Se supone que esa área está recién remodelada. Tiene algunas mejoras como una red metálica para que los balones no se vayan a la calle.
Nuevos tableros de cristal.
Pero los aros, que son un elemento importantísimo, están muy deficientes.
Muy chafas, como se dice en el lenguaje popular.
No tienen la consistencia adecuada.
Tampoco están bien fijados a los tableros.
No se respetó el ángulo de 90 grados del aro con el tablero.
Los tableros están mal cuadriculados.
Grandes deficiencias para la primer y mejor unidad deportiva de la capital tamaulipeca.
Cierto que la remozada se hizo en la pasada administración estatal panista de Francisco García Cabeza de Vaca, quien se jactaba de haber sido un buen jugador de básquetbol.
Van ya casi cuatro meses de la nueva administración estatal y no se ha llamado a cuentas a quienes se supone dejarían esa área en mejores condiciones.
Lamentable que siendo el Director del Instituto Estatal del Deporte un notable basquetbolista de renombre nacional e internacional Manuel Raga Navarro, no se haya corregido el desatino.
O que habiendo otro basquetbolista notable de Victoria como Subsecretario de Obras Públicas, Alfonso Robledo, no revise de quién fue el error y se le llame a cuentas.
Quizás la generalidad de la población ese detalle pase desapercibido y no le considere relevante.
Pero para el amante del deporte ráfaga, es un garrafal yerro.
Pues impide el disfrute de un buen juego de básquetbol.
O una tradicional «cascarita veintiunera» como suele llamarse al juego de dos contra dos o tres contra tres en una mitad de cancha.
En el sexenio de Américo Villarreal Guerra, pude compartir su práctica con el tampiqueño José Francisco Rábago Castillo, quien fuera Secretario de la Contraloría.
Durante el sexenio de Manuel Cavazos Lerma, uno de sus colaboradores del área educativa, el matamorense Alfredo Cuéllar, también compartía el gusto por el básquetbol y acudía a su práctica.
Además de Raga, hay muchos basquetbolistas por ahí en las burocracias estatales, entre ellos Beto Castro, «El Pollo Ortiz» y Gastón González, entre otros, que ojalá le transmitan la exigencia de reparar aros y tableros de la Unidad Deportiva.
Cuestión de «Voluntad y Trabajo». Realmente algo de voluntad y poco trabajo.
En memoria y recuerdo de quien fue un gran deportista, el Ing. Américo Villarreal Guerra, debe corregirse el pequeño problema.
O tal vez deba hablarle al viejo amigo José Francisco Rábago Castillo, para ver si conoce a algún asesor del nuevo gobierno que pueda atender la petición de este colega «veintiunero», que sigue practicando ese deporte.
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